La encuesta se realizó entre usuarios de móvil (con conexión de datos) mayores de 20 años, solicitando que identificaran su principal uso entre seis posibilidades, de las que las tres más seleccionadas fueron (1) la comunicación social, (2) la obtención de información y (3) el entretenimiento. En una segunda fase, y con el fin de obtener un mayor detalle en los usos declarados, se realizó un trabajo no sistemático de identificación visual de los usos reales del móvil, del que se derivaron los siguientes datos:
- En el contexto de la comunicación social, la principal utilidad aportada por el móvil parece estar vinculada con el hecho de que la recepción de cualquier tipo de mensaje (en cualquier tipo de medio) parece ser interpretado por el usuario como una manifestación de interés, aprecio y, en general, dedicación hacia su persona.
- Como corolario de lo anterior, las frecuencias elevadas de recepción de mensajes (en ocasiones, socializadas mediante avisos sonoros) o, en otro ámbito, el número de seguidores en redes sociales, tienden a ser apreciadas por los usuarios como un índice de “estatus emocional” al que su titular resulta extremadamente sensible.
- Teniendo en cuenta la preeminencia de la comunicación social, el uso del móvil para la búsqueda de información y el entretenimiento, tendrían un carácter derivado y se corresponderían más bien con procesos de espera entre los sucesivos momentos de interacción social (recepción y envío de mensajes en cualquier formato).
Por otro lado, y como resultado no previsto de la metodología de seguimiento visual utilizada en la segunda fase de la encuesta, se constató que, si bien al 100% de los usuarios de móvil (en un contexto de transporte público, donde se realizó la investigación) les molesta que les curioseen por encima del hombro para ver lo que están haciendo, no obstante, solo excepcionalmente se dan cuenta de este hecho (en realidad, ni de este hecho ni de cualquier otro hecho que tenga lugar a su alrededor).
De esa apreciación se podría deducir una segunda línea de utilidad aportada por el uso del móvil (especialmente interesante precisamente por el hecho de que no ha sido declarada por los usuarios) que se concretaría en un afán por saber lo que pasa en cualquier sitio que no sea justo en el que se está, hacia el cual, por el contrario, se manifiesta un desinterés extremo, e incluso cierta fobia.
Las posibilidades de aprovechamiento empresarial de estas tendencias son obvias (sobre todo teniendo en cuenta su indudable morbosidad), pero su puesta en práctica se ve seriamente condicionada actualmente por la posición de dominio de los grandes operadores emocionales ya instalados (al margen de que aparezcan en el mercado como operadores tecnológicos o de comunicaciones) y que, ciertamente, ya parecen ofrecer en buenas condiciones (gratuidad aparente) los servicios de “sentirse querido” y “no estar aquí”.