Nº9 / Campaña “Regala un libro en navidad… pero intenta que sea malo” (Sermones de Óscar).

Libro malo

Dejando de lado la temeridad, por no decir descortesía, que supone regalar un libro en estos tiempos, tenéis que reconocer que, cuando lo habéis hecho, os ha salido mal. Porque, confesadlo, cuando regaláis un libro a alguien, en el fondo estáis intentando retocar algún aspecto que no os convence de ese alguien. Claro, se da por hecho que la lectura de un buen libro cambia a quien lo lee, ¿no? Pues ya veis el resultado: vuestros amigos y parientes siguen siendo los mismos que antes. Decididamente, el presunto buen libro no ha hecho su trabajo, algo ha fallado.

Pues, bien, si los buenos libros no funcionan habrá que probar con los malos, ¿no? Eso es, regala un mal libro y a ver qué pasa.

El problema, me diréis, es diferenciar un libro bueno de uno malo. Y tenéis razón, pero no os preocupéis, que aquí tenéis una lista de comprobación para que podáis estar seguros de que realmente es un mal libro el que regaláis esta vez. Mirad a ver si…

  • …no lo ha leído casi nadie.
  • …a vosotros os costó dios y ayuda terminarlo.
  • …no hay quien lo entienda.
  • …pasan cosas raras.
  • …lo ha escrito un amigo o conocido.

Por cierto que, poniéndonos optimistas, se podría pensar que ese efecto transformador individual que presumimos en los libros, por un inesperado proceso acumulativo, pudiera llegar a producir algún efecto de, digamos, “emergencia sistémica a nivel planetario”, sea eso lo que sea.

Eso sí, me atrevo a estimar, a ojo, por supuesto, que para conseguir algún efecto de este tipo debería recibir un mal libro el 50% de la población terrestre, lo que parece exigir algún tipo de mecanismo piramidal. Por ello, se recomienda incluir en el paquetito de regalo una nota de esas, ya sabéis, de “…fulanito regaló este libro a diez personas y al día siguiente recibió un cheque al portador de tantísimos euros,  o lo ascendieron en el trabajo, o le hicieron propuestas eróticas interesantes, o adelgazó tres kilos en una semana…”, o lo que se os ocurra, qué más da, que ya sabéis que la gente está últimamente muy dispuesta a creer casi cualquier cosa.

En cualquier caso, seamos realistas, lo más probable es el total fracaso de la campaña, que no pase nada, que el mundo no cambie y mucho menos nuestros parientes y amigos, lo que nos obligaría a constatar que los libros malos tampoco funcionan y nos pondría en el brete de tener que reconocer que los libros no funcionan en ningún caso, ni buenos ni malos, lamentable conclusión si no fuera porque siempre queda la opción de pensar que, en realidad, lo que pasa es que nadie lee los libros que le regalan, prudente medida, por otra parte, si en el fondo lo que pasa es que estamos a gusto con nosotros mismos y con el mundo.

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